Era martes, nos depertamos bien temprano, eso quien tuvo suerte de dormir algo esa noche, porque yo solo dormi cerca de veinte minutos, así que tras tan poco descansar no sabia que día me esperaba; una etapa de 28.4 km con el temido puerto de O Cebreiro que marcaría mi vida.
Recogiendo todo lo que quedaba por en medio de la habitación del albergue a oscuras salimos de allí, con los frontales (luz) en la cabeza, serían sobre las seis de la mañana, cuando abandonamos el pueblo. El primer tramo de la etapa se hizo bastasnte pesado porque era un camino pegado al lado de la carretera, y tardamos a llegar a un sitio para desayunar.
Mi hermano (izquierda) y Miguel (derecha)
El Equipo; de derecha a izquierda: Miguel, Roger, Emilio y yo
Una vez en Vega del Valcarce mientras Roger iba a la farmacia a por algo, nosotros compramos algo de fruta y bebida en un supermercado, tambien aproveche para comprarme la viera para colocarla en mi mochila, pero la pobre no llego entera a Santiago de Compostela, pero eso es otro capitulo de la historia. El camino continuo, cada vez veiamos pasaijas mas hermosos, lugares idilicos apra vivir, y tambien nos topamos con el repartidor de correo que utilizaba el coche cono si estuviera estresado, señor si usted tuviera esa faena aquí habria que verlo como estaría.
Tras abandonar las Herrerias, pueblo que estaba entre Galicica y León, era el momento que empezaba a dibujarse la cuesta, intente ire detrás de
mi hermano y Miguel, Roger iba a su ritmo con los bastones y no
intentaría ponerse a ritmo, pero con el terreno en cuesta, y esas piedras
enormes era imposible seguir el ritmo que habian impuesto ellos, así que nada más empezar ya me
quede solo, era cotinuar a mi ritmo, y aguantar.
Los inicios del puerto de O Cebreiro, el de delante es mi hermano, al fondo yo asfixiado
Tras dejar la poblacón que se encontraba en la mitad del recorrido final, la Faba, el terremo se convertia cada vez en más desertico, no habia arboles, me recordaba a
las etapas del Tour de Francia cuando suben a la cima y no se ve
minguna vegetación. El problema que tenia es que no veia ninguna flecha
en ningún sitio, ni tampoco habia peregrinos ni delante ni detrás mio,
así que no sabia si iba por el camino correcto. Antes de llegar a la
cima, habia una pequeña aldea, Limite, donde pare a hidratarme, alli habia
arboles donde esconderse del sol abarasador, para mi era como un espejismo, serían 12.30. Allí si vi a Peregrinos, y pregunte a un hombre de la aldea si quedaba mucho para O Cebreiro el
cual me dijo que ya estaba casi, segui caminando y alli estaba mi
hermano esperandome en la entrada a Galicia, todo fresco él, como si
nada, me conto que Miguel habia continuado hacia delante para no perder
el ritmo, así que seguimos los dos juntos hasta el final, una vez llegas
a O Cebreiro te sientes increible, ves a tus espaladas todo lo que has
subido, el sufrimiento que te ha costado y lo valoras. Ese día tenia el
otro pie tocado con ampollas, a partir de aquí no sabia lo que se me
venia encima.
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