Florencia empezó como un asentamiento para soldados veteranos establecido por Julio César en el 59 a. C. Se llamó Florencia y se construyó con el estilo de un campamento del ejército con las calles principales, la cardo y la decumanus, cruzándose en la actual Piazza della Repubblica. Situada en la Vía Cassia, la ruta principal entre Roma y el norte, y en el fértil valle del Arno, el asentamiento se convirtió rápidamente en una importante ciudad comercial. El emperador Diocleciano la hizo capital de la provincia de Tuscia en el siglo tercero después de Cristo.
San Minias fue el primer mártir de Florencia. Fue decapitado alrededor del año 250, durante las persecuciones anticristianas del Emperador Decio. Después de la ejecución, se dice que recogió su cabeza y caminó a través del río Arno hasta su ermita en la colina Mons Fiorentinus, donde actualmente está la Basilica di San Miniato al Monte.
Tras el establecimiento de un obispado alrededor del comienzo del siglo cuarto (Edad Media), la ciudad experimentó periodos turbulentos bajo el gobierno ostrogótico, durante el cual la ciudad estuvo a menudo afectada por la guerra entre ostrogodos y bizantinos por el control. La ciudad estuvo alternativamente bajo uno y otro mando, ya que los contendientes ganaban el gobierno a través del asedio y lo perdían de nuevo. Esto pudo haber sido la causa de que la población decayera a menos de 1.000 habitantes.
La paz volvió durante el gobierno Lombardo en el siglo VI. Conquistada por Carlomagno en el 774, Florencia entró a formar parte del ducado de Toscana, con Lucca como capital. La población volvió a crecer y el comercio prosperó. En el año 854, Florencia y Fiesole se unieron en un solo condado.
El Margrave Hugo eligió Florencia como su residencia en lugar de Lucca alrededor del año 1000. Esto inició la Edad de Oro del arte florentino. En 1013 se empezó la construcción de la Basílica de San Miniato al Monte. El exterior del Baptisterio fue revisado en estilo románico entre 1059 y 1128.
En el siglo XII comenzó el periodo comunal y surgieron los primeros y potentes gremios del gótico, de la escuela de Giotto y de la escuela internacional, de Boccaccio y de su Decamerón.
En este mismo siglo la ciudad se hundió en una disputa interna entre los Gibelinos, que apoyaban al emperador germano, y los Güelfos, pro papales. Estos últimos triunfaron y se dividieron en dos facciones feudales, los Blancos y los Negros, liderados respectivamente por Vieri de' Cerchi y Corso Donati. Estas luchas finalmente llevaron al exilio a los Güelfos Blancos, entre los que se encontraba Dante Alighieri. Esta disputa interna fue documentada más tarde por Dino Compagni, un Güelfo Blanco, en sus Crónicas de Florencia.
Este conflicto político no impidió que la ciudad se convirtiera en una de las ciudades más poderosas y prósperas de Europa, con su propia moneda de oro. El fiorino d'oro de la república de Florencia, o florín, que se introdujo en 1252, fue la primera moneda de oro europea en cantidades suficientes para tener un papel comercial significativo desde el siglo VII. Muchos de los bancos florentinos tenían sucursales a lo largo de Europa, y el florín se convirtió rápidamente en la moneda de comercio dominante en Europa occidental. Este periodo también vio el declive de la anteriormente poderosa Pisa, que fue derrotada por Génova en 1284 y subyugada a Florencia en 1406. El poder cambió de la aristocracia a la elite mercantil, siguiendo un movimiento anti aristocrático liderado por Giano della Bella, que tuvo como resultado una serie de leyes llamadas Ordenanzas de Justicia (1293).
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